Una de las tendencias que marcan el momento de la industria audiovisual son las producciones basadas en obras literarias. Las series Cien años de soledad (de Netflix), La casa de los espíritus (de Prime Video) y Como agua para chocolate (Max); así como películas como Pedro Páramo son algunos ejemplos de contenidos inspirados en libros que están en proceso de producción o cerca de estrenarse.
Sydney Borjas, CEO de Scenic Rights, agencia que se dedica a la venta de derechos de adaptación audiovisual de obras literarias, señala que actualmente hay 250 producciones premium que se encuentran en fase de desarrollo, producción o estreno y que están basadas en libros sobre los cuales su empresa ha otorgado licencias para que sean adaptados a cine y televisión. Aseveró que aproximadamente el 50% de esos proyectos que manejan en su catálogo provienen de Latinoamérica.
Citó Apocalipsis Z: el principio del fin (Prime Video) y Reina Roja (producida por Dopamine para Prime Video) como ejemplos de películas y series lanzadas recientemente y que se nutren de bestsellers.
En su visión, el hecho de que las plataformas y las productoras apuesten por historias originalmente publicadas en libros se debe a las ventajas que eso ofrece. “Si un libro ha funcionado ya tienes una audiencia predispuesta positivamente. Lo segundo es que cuando adquieres los derechos de un libro estás adquiriendo un activo, no es un gasto, no es un desarrollo a ciegas que después puede que funcione o no, o que cambie la tendencia del mercado y se te quede viejo. Los libros son de largo recorrido y se pueden adaptar, aunque tengan 15 o 20 años” aseguró Borjas.
Matías Cardone, productor de Noticia de un secuestro, miniserie de Invercine basada en la novela de Gabriel García Márquez, coincide en esta valoración. “Tener una IP de un libro conocido tiene la ventaja de que el libro y la historia ya han sido leídos por miles de personas. Conocen a los personajes. Conocen la historia y su trasfondo. Estas historias son parte de la cultura de países. El título del libro también está definido. Esto hace muy atractivo a los espectadores ver la obra y saber cómo se mueven estos personajes”.
Raúl Prieto, director creativo, CEO y fundador de Punta Fina, afirmó que estas producciones pueden traer un valor añadido al consumidor. “Desde hace por lo menos unos seis o siete años las plataformas descubrieron que el gran capital de las personas no es el dinero, sino el tiempo. Hay valor cuando en el mercado tienes historias conocidas de grandes héroes, donde la gente sabe que no arriesga su tiempo porque que ya sabe de qué trata y que hay una garantía de que va a ver algo interesante y valioso, que vale la pena el tiempo invertido. Esto pasa cuando es una obra literaria reconocida, con adaptaciones de viejas novelas o con segundas temporadas, con adaptaciones de libros famosos porque fueron bestsellers”.
UN ARMA DE DOBLE FILO
Aun así, Jorge López, gerente de Quinto Color, productora que está rodando la adaptación de La vorágine, reconocida novela colombiana de Jorge Isaacs, reconoció que llevar un texto literario a la pantalla no siempre es una apuesta segura. “Esa no es una fórmula matemática, ha habido muchas experiencias negativas de adaptaciones de grandes obras literarias que no funcionaron, entonces creo que es un arma de doble filo porque uno puede generar muchas expectativas en la gente y al final puede haber una frustración porque el resultado no sea acorde a lo que se imaginan”.
Para Borjas el éxito previo de un libro les da una seguridad extra a los inversores (sean plataformas, productores o cadenas) sobre el tipo de proyecto que se va a hacer. “El factor sorpresa es mínimo. También tienes data del desempeño editorial, porque si por ejemplo tienes un libro ha tenido 300 mil copias vendidas en papel en España, y otras 300 mil electrónicas, puedes segmentar por territorio y saber dónde ha funcionado esa historia y eso con los proyectos originales no es posible” remarcó.
CREAR SOBRE LO CREADO
Asimismo, Borjas resaltó las ventajas que ofrecen algunas sagas que, según dijo, dan “mucho fondo de armario” para hacer diferentes temporadas, precuelas y secuelas.
De todos modos, Matías Cardone reconoció que adaptar una obra literaria al audiovisual es muy difícil, ya que es un lenguaje muy distinto y es una tarea que requiere mucha experiencia. “A veces se puede hasta enriquecer la obra. Hay temas que hoy están vigentes de novelas antiguas y eso es muy interesante de trabajar” aseveró.
Mario Mendoza, escritor y productor de las películas de Los iniciados (basadas en sus propias novelas), recalcó que lo ideal es que una producción audiovisual traspase los límites del texto literario: “Yo creo que se trata de ser infiel, y en la medida en que se es infiel al mundo literario se hace mejor. Si pretendes llevar el mundo literario tal cual cometes un error terrible”.
Por último, Jorge López destacó que un reto que tienen esas adaptaciones es que “de alguna manera hay que ponerlas a tono con los tiempos de ahora, con el espectador actual, con la gente joven que está viendo estas cosas con otra perspectiva; entonces hay que sintonizar esas obras con el nuevo público que está buscando contenido en las plataformas; así que a veces hay que darse ciertas licencias en la adaptación” concluyó.
Carlos Cifuentes