El fenómeno de la asociatividad, o colaboracionismo entre las productoras que antes eran rivales, ha tenido su impacto en nuestra sala de redacción. Después de varias décadas de férrea competencia, celo, y un secreto absoluto como principio, documentar y registrar esta ‘nueva era’ de unidad, solidaridad, y hasta de complicidad, no se ha dado en forma automática.
Como cronistas de nuestra industria, hemos redoblado el dicho de ver para creer, para en efecto, poder decretar oficialmente que nuestra industria ha entrado en otra etapa.
Muchas razones hemos tenido que barajar: ‘Hay proyectos para todos’. ‘Las plataformas nos están enseñando y nos pusieron a todos en una misma aula’. ‘Se subió la vara de la exigencia y uno solo no se la puede echar al hombro’. ‘El latinoamericanismo se impuso como la bandera unificadora’. ‘Comenzó cuando hubo que cofinanciar y el modo era la coproducción’. ‘Los protocolos de la pandemia nos hicieron trabajar juntos’. ‘Necesitábamos una voz única ante los gobiernos’…
En fin, fue la suma de muchas razones, a las que además se les agrega la inclusión como ley, y la equidad como justicia, que incorporó la mirada de la mujer en todas las mesas de decisiones, para promulgar que, definitivamente, nuestra industria ha entrado en un nuevo ciclo que como todo lo nuevo, viene unido a un optimismo, a todas las ganas de comerse el mundo, y a luchar hasta lograr los objetivos.
¡Enhorabuena, industria!